La Senadora Liliana Rendón hace política a la vieja usansa: menea el sancocho, come gallina en toda Antioquia -o por lo menos eso dice- y baila al ritmo de la orquesta que ella misma lleva para que le toque. En resumen, se "unta de pobre", porque entiende que siempre es bien visto que una persona adinerada y poderosa tenga la consideración de bajar a los pobres mundos, que en Medellín son más bien comunas empinadas. Para estas elecciones locales defiende la transparencia de Luis Pérez. Pruebas de que la presencia de las mujeres en política no es siempre transformadora.
Dice El Espectador (Liliana Rendón: dando y recibiendo bolillo) que un ejército femenino la rodea y que su rollo incluye "lo mucho que le molestan las feministas, porque ella se declara femenina pero nunca feminista: “Las mujeres no podemos ser relleno, como en la ley de cuotas; no podemos ser como el comercial de Rexona: puro empaque”". Evidentemente la Senadora sabe de feminismos sólo el estigma del que debe curarse y, claro, el desconocimiento. Y no es que reclame como compañera de lucha, porque evidentemente no lo es, a la defensora, no de El Bolillo, sino del maltrato contra las mujeres.
Sigue la nota del períodico diciendo que ella "se declara católica antiabortista", aclarando que "se la ve muy cómoda con los cristianos, que son personas amables, gratas y ponen miles de votos". Y es que la fe mueve montañas y elige congresistas.
(Por: Juliana Martínez Londoño)
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