La vida a veces se pone insoportablemente irónica. Que se lo digan si no a Chloe Angyal. Esta bloguera estadounidense y colaboradora en la web Feministing.com se disponía a empezar su tesis doctoral sobre los efectos (nocivos) de las comedias románticas contemporáneas cuando se
encontró en un escenario digno de película de Reese Witherspoon, Kate
Hudson o Jennifer Aniston: su novio le dejó el día antes de San
Valentín, justo cuando acababa de empezar el trabajo de campo, que le
obligaba a ver 12 chick flicks a la semana. “Pasaba mis días en la biblioteca, leyendo sobre el tema y tomándome solo pausas para llorar”, escribió en un artículo en la web Jezebel.
Lo único que le falta a su historia para convertirse en comedia
romántica es un bibliotecario sarcástico pero sensible con ligero acento
británico, al que la protagonista ignora porque está demasiado
obsesionada con un ex despreciable. Eso y un cartón de helado que devora
con su chispeante amigo gay al llegar a su apartamento. Al final, tras
muchas baladas, muchos paseos por Manhattan, abrigados con mitones y un
gorrito simpático y muchos feos al bibliotecario, acabarían juntos. Chloe tendría lo que quiere toda mujer: un hombre que la redima y dé sentido a su vida. O al menos eso dice el Manual de la Comedia Romántica.
Y ese tipo de mensaje es el que Angyal se propone denunciar en su tesis. “Las
comedias románticas siempre han reflejado los valores de su tiempo. Son
y han sido siempre machistas. Pero en la última década el sexismo se ha
vuelto patente y virulento. En una película como La proposición [el filme de
2009 con Sandra Bullock y Ryan Reynolds que arrasó en taquilla], salta a
la vista el desprecio por las mujeres que tienen poder y una carrera. Su mensaje está clarísimo: el feminismo es una mentira y nada te hará veraderamente feliz, excepto el matrimonio y la maternidad”, argumenta Angyal por correo electrónico.
Según la escritora, no es la primera vez que ese género cinematográfico
traslada un mensaje reaccionario. También lo hizo en los años
cincuenta, cuando interesaba que las mujeres que habían trabajado fuera
de casa durante la Segunda Guerra Mundial volvieran al hogar familiar.
“Lo increíblemente deprimente es que todavía se les diga eso a las
mujeres en la segunda década del siglo XXI”.
Para su estudio, redujo el número de películas a estudiar a 30, estrenadas entre 2005 y 2011 y escogidas por su repercusión y su éxito de público. “El día que tenía que ver una película realmente mala como Sígueme el rollo, con Jennifer Aniston y Adam Sandler, lo compensaba con algo como Crazy Stupid Love. Algo pasa en Las Vegas la combiné con Rumores y mentiras, con Emma Stone”, explica. Angyal también lanza a su particular hoguera Ex-posados, Ojalá fuera cierto, con Reese Witherspoon y las dos secuelas cinematográficas de Sexo en Nueva York, que considera especialmente ofensivas.
Para ver todo el artículo, visite: El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario