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martes, junio 26, 2012

Las comedias románticas perjudican seriamente la salud social

La vida a veces se pone insoportablemente irónica. Que se lo digan si no a Chloe Angyal. Esta bloguera estadounidense  y colaboradora en la web Feministing.com se disponía a empezar su tesis doctoral sobre los efectos (nocivos) de las comedias románticas contemporáneas cuando se encontró en un escenario digno de película de Reese Witherspoon, Kate Hudson o Jennifer Aniston: su novio le dejó el día antes de San Valentín, justo cuando acababa de empezar el trabajo de campo, que le obligaba a ver 12 chick flicks a la semana. “Pasaba mis días en la biblioteca, leyendo sobre el tema y tomándome solo pausas para llorar”, escribió en un artículo en la web Jezebel.

Lo único que le falta a su historia para convertirse en comedia romántica es un bibliotecario sarcástico pero sensible con ligero acento británico, al que la protagonista ignora porque está demasiado obsesionada con un ex despreciable. Eso y un cartón de helado que devora con su chispeante amigo gay al llegar a su apartamento. Al final, tras muchas baladas, muchos paseos por Manhattan, abrigados con mitones y un gorrito simpático y muchos feos al bibliotecario, acabarían juntos. Chloe tendría lo que quiere toda mujer: un hombre que la redima y dé sentido a su vida. O al menos eso dice el Manual de la Comedia Romántica.

Y ese tipo de mensaje es el que Angyal se propone denunciar en su tesis.  Las comedias románticas siempre han reflejado los valores de su tiempo. Son y han sido siempre machistas. Pero en la última década el sexismo se ha vuelto patente y virulento. En una película como La proposición [el filme  de 2009 con Sandra Bullock y Ryan Reynolds que arrasó en taquilla], salta a la vista el desprecio por las mujeres que tienen poder y una carrera. Su mensaje está clarísimo: el feminismo es una mentira y nada te hará veraderamente feliz, excepto el matrimonio y la maternidad”, argumenta Angyal por correo electrónico.

Según la escritora, no es la primera vez que ese género cinematográfico traslada un mensaje reaccionario. También lo hizo en los años cincuenta, cuando interesaba que las mujeres que habían trabajado fuera de casa durante la Segunda Guerra Mundial volvieran al hogar familiar. “Lo increíblemente deprimente es que todavía se les diga eso a las mujeres en la segunda década del siglo XXI”.

Para su estudio, redujo el número de películas a estudiar a 30, estrenadas entre 2005 y 2011 y escogidas por su repercusión y su éxito de público. “El día que tenía que ver una película realmente mala como Sígueme el rollo, con Jennifer Aniston y Adam Sandler, lo compensaba con algo como Crazy Stupid Love. Algo pasa en Las Vegas la combiné con Rumores y mentiras, con Emma Stone, explica. Angyal también lanza a su particular hoguera Ex-posados, Ojalá fuera cierto, con Reese Witherspoon y las dos secuelas cinematográficas de Sexo en Nueva York, que considera especialmente ofensivas.

Para ver todo el artículo, visite: El País 
 

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